"La espera" - Jorge Luis Borges
"La espera", incluido en "El Aleph", nos presenta como historia superficial a un hombre que, escapando por un enigmático motivo, se instala en la habitación de lo que pareciera ser un hotel. Este acarrea un pasado tormentoso; pasado que ha de cobrar su factura a través de un tal Alejandro Villari, cuyo nombre ha usurpado y del cual procura ocultarse.
Gran parte de la trama de "La espera" se desmenuza en las tentativas de Villari por neutralizar el movimiento del tiempo, por vivir el puro presente empírico, sin ninguna intrusión del recuerdo, que lo llevaría a un pasado que podría considerarse oscuro, y al miedo de un futuro que, desganado, supone inevitable. Hasta entonces, Villari reiteraba en sueños el final temible: llegan sus persecutores, uno de ellos su enemigo, el real Villari, y él descarga contra ellos el arma que tiene en la mesa de luz e inmediatamente, al hacerlo, lo despierta el ruido del revólver. Pero llegada una mañana del mes de julio, estos sujetos, que lo visitan en sus sueños, irrumpen en su habitación, a lo que él se da vuelta contra la pared "como si retomara el sueño". Ante esto, es posible conjeturar que quizás de modo cobarde o inteligente, el protagonista aquí afronta irremediablemente el propio final trágico tantas veces fantaseado, pero ahora definitivamente real e inexorable. Creo que aquí uno puede plantearse si es esta tal vez la historia profunda que intenta mostrar Borges, si bien el interrogante acerca de la relación entre el fugitivo Villari y el propio Alejandro Villari constituye, probablemente, el aspecto más oculto y desconocido por el lector.
Cabe destacar que Villari lee a Dante y de hecho se sirve de una de las escenas de La Divina Comedia como referente de su propio dolor de muelas. Incluso este dolor es descrito como una "descarga", figura que anticipa aquella otra "descarga" que borra definitivamente al personaje al final del cuento.
Por último, con respecto a los recursos temporales, Borges, de la mano de un narrador omnisciente, relata los hechos de forma lineal. Pero en ello, introduce consideradas descripciones acerca de lo que sucede alrededor del personaje, como su llegada al hotel, la disposición de los objetos dentro de la habitación, o lo poco que deja traslucirse del propio protagonista que, en una lectura de entre líneas, da cuenta de su nacionalidad, de su huida, o hasta la posibilidad de intuir sobre cuál es su ánimo. A su vez, el uso recurrente de adjetivos, en mi opinión optados tan detenidamente, promueven mediante pausas descriptivas un mayor interés en el lector que se sumerge aún más en el relato.
Comentarios
Publicar un comentario