"Matar a un niño" - Stig Dagerman
En este cuento Sitg Dagerman relata la historia, superficial, acerca de un niño que morirá, información que le es proporcionada al lector no sólo al comienzo del cuento, sino que nada menos que en su título. El suceso tiene lugar en el tercer pueblo del valle cuando un hombre que, aparentemente, sería incapaz de cometer un acto trágico, mata a un inocente niño que retornaba de la casa de un vecino al que fue a pedirle prestado un poco de azúcar que le había encargado su mamá. Más tarde, junto con su familia, el niño iría a dar un paseo en bote. El hombre, por su parte, se dirigía junto con su pareja al mar, al que tanto anhelaban llegar, luego de haber pasado por una estación de servicio.
Por otro lado, la historia profunda plantea, desplegándose a medida que transcurre el relato y cada vez con mayor intensidad, el sentimiento de culpa, principalmente representado en el hombre que acabó con la vida del inofensivo niño, y de la mamá, que fue quien mandó al niño por azúcar. Dicha culpa convivirá con ellos el resto de sus vidas, que no volverán a ser nunca como hasta el minuto previo al choque, porque lo ocurrido ha dejado una gran herida que no podrá curarse con el paso del tiempo. Y no es solo este sentimiento el que puede desprenderse del relato de Dagerman, sino que a partir de él podemos replantearnos el significado que le damos a la palabra "accidente", porque, en este caso, lo ocurrido no ha sido un accidente, al contrario, fue el desenlace de una historia que podía preverse: "Va muy rápido y el hombre del coche ve desfilar los manzanos y los postes de telégrafo recién embreados, como sombras grises. El esplendoroso verano entra por la ventanilla, ellos dejan el pueblo atrás a toda velocidad, van bien seguros por el medio de la carretera y están solo en ella -todavía-". Ese hombre ha ido sembrando las condiciones de lo que él ocasionó.
El cuento es relatado por un narrador omnisciente, que utiliza la tercera persona narrativa y que maneja muy bien los tiempos de la historia, generando una gran tensión en el lector al contar en sus primeras líneas que un niño morirá. A partir de allí lo que interesa es el cómo se produce la tragedia. Con respecto a la focalización, ésta es de tipo cero, puesto que nos encontramos con un narrador, externo a la historia, que posee toda la información y que conoce todos los pensamientos de los personajes; incluso podría pensarse que es capaz de introducirse en sus mentes.
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